Gabriel Fauré, cuyo nombre completo era Gabriel Urbain Fauré (Pamiers, Francia, 12 de mayo de 1845 - París, ibídem, 4 de noviembre de 1924), fue un compositor, pedagogo, organista y pianista francés.
Fauré es considerado el compositor francés más destacado de su generación. Su estilo musical influyó a muchos compositores del siglo XX. Entre sus obras más conocidas destacan la Pavana, el Réquiem, los nocturnos para piano y las canciones «Après un rêve» y «Clair de lune». Nació en una familia culta pero sin particular afición musical, y demostró su talento para la composición cuando apenas era un niño. Fue enviado a un colegio de música en París, donde se formó para ser organista de iglesia y director de coro. Entre sus mentores se encontraba Camille Saint-Saëns, quien se convertiría en su amigo de por vida. Durante los primeros años, Fauré se ganaba la vida de forma modesta como organista y maestro, lo que le dejaba poco tiempo para componer. Cuando alcanzó el éxito y ocupó los importantes cargos de organista de la iglesia de la Madeleine y director del Conservatorio de París, apenas tenía tiempo para componer; durante las vacaciones de verano, se retiraba al campo para dedicarse a dicha tarea.
En sus últimos años, Fauré fue reconocido en Francia como el compositor francés más importante de su época. Recibió un homenaje musical nacional sin precedentes en París en 1922 encabezado por el entonces presidente Alexandre Millerand. Fauré tenía varios admiradores en Inglaterra pero su música, si bien era conocida en otros países, tardó décadas en ser ampliamente aceptada. Su legado ha sido descrito como el enlace entre el final del Romanticismo y el modernismo del segundo cuarto del siglo XX. Cuando nació, Frédéric Chopin aún componía, y en el momento de su muerte, se escuchaba la música atonal de la Segunda Escuela de Viena. El Grove Dictionary of Music and Musicians, que lo describe como el compositor más avanzado de su generación en Francia, indica que sus innovaciones armónicas y melódicas influyeron en la enseñanza de la armonía musical a las generaciones posteriores. Contrastando con el encanto de sus primeras obras, sus últimas composiciones, escritas cuando su sordera era cada vez mayor, son imprecisas e introvertidas en cuanto a carácter y en otras ocasiones desordenadas y sin pasión.