Hoy tus negros cordones reflejan las estrellas
y sudorosa brillas por el calor del sol;
acaricias las hojas que flotan en tu orilla
y esperando mis pasos envejeces verdor.
Debajo de tu manta guardas brisas de enero,
heladas tardecitas, arenas y un querer;
esbozas mil sonrisas entre tu piel herida,
mientras mis pasos tristes te ven anochecer.
Tú entibiaste el pasado que revivo al andarte...
Tú me recuerdas siempre los días del ayer
cuando paseaba, erguida, recorriendo tu entorno,
viviendo mis historias, intentando crecer.
Y si te habrán mojado mis lágrimas entonces...
¡Si te habré contemplado con tremendo placer!
Y temblorosa, a veces, te acaricié a mi paso
sin levantar los ojos, temiendo enrojecer.
Hoy vuelvo a caminarte, callecita del barrio,
reconozco los pozos marcados en tu ser,
ya no eres la de entonces, cansada, desteñida,
habrás envejecido,
tal como yo... tal vez.
Finalista en el Primer Certamen de tangos Enrique Santos Discépolo, año 1999.