Dedicado al Maestro Poeta Héctor Negro
Yo no sé si el Poeta sabrá que no está solo
cuando cierra la puerta de su breve jardín.
Cuando solo, en la mesa, merodee las hojas
que blanquísimas piden su ternura sin fin.
Yo no sé si el Poeta, cuando esconda un suspiro
sobre un sueño dormido, se acordará de mí;
yo lo llevo prendido con sus mágicas luces
que se encienden, hermosas, pues con él aprendí.
Yo no sé si el Poeta cuando cierra su boca,
cuando guarda el cuaderno, se podrá imaginar
que su causa dio frutos, que elevó mi locura
y esas ganas inquietas de querer escribir.
Yo no sé si el silencio que el aplauso le deja
tras servir en bandeja su poema febril,
le dirá alguna cosa al sentir de su oído
de lo bueno vivido, cuando piensa en morir.
Su palabra sencilla sobrevuela mis pasos,
canta inmensas verdades, no me deja olvidar.
Porque en cada poema su verdad se hace abrazo,
me levanta en sus brazos y me alienta a volar.