Con llanto 'e bandoneón
sangraba un corazón...
Y su lamento
rodó en la noche
con un derroche
de sentimiento...
Del fuelle al rezongar
se puso así a cantar:
Huérfano y triste,
sin tu cariño,
igual que un niño
m'echo a llorar...
Tiempo que pasó
dulce ayer.
¿Quién me arrebató
tus caricias, mujer?
Hoy, al verme así,
tras aquel soñar,
triste es mi despertar.
Jamás podré olvidar
cuando te vi cruzar
por mi camino,
triunfante y bella,
la tarde aquella
en que el destino
nos enfrentó a los dos.
Y, de una dicha en pos,
hallé en la gloria
de tus pupilas
dulces, tranquilas,
un don de Dios.