Fue mi sueño conocerlo y expresarle mi cariño,
me propuse conquistarlo con empeño y con amor...
algo bueno vi en sus ojos tan sincero como un niño
en contraste con su estampa propiamente de un varón.
Sin embargo lo atraía con pasión la “nueva ola”;
entre ritmos dislocados mi pronóstico se dio,
fue cediendo poco a poco al encanto de “un Arolas”
y al compás de un dos por cuatro me entregó su corazón...
Querido...
cuánto amor hay en tus ojos,
si supieras lo dichoso
que es vivir pensando en ti...
Cariño
como el nuestro hay uno solo,
el tenerte es un tesoro
que aprisiono junto a mí...
Querido...
mi alegría es infinita
porque fui la muchachita
que deshizo esa pasión...
logrando
que volcaras tu entusiasmo
y sintieras por el tango
¡este amor que siento yo...!
Al cantar con alegría el pasaje más hermoso
de mi vida de muchacha soñadora y sin revés
quiero hablarles a las chicas que se dan con esos mozos
que hoy inventan “nuevas olas” sin saber ya lo que hacer...
¡Este suelo que llamamos con orgullo Buenos Aires
no merece los desaires de un muchacho sin razón,
empuñemos nuestras armas con paciencia y sin alarde
para que sea nuestro tango el que talle en el salón!...