Yo te evoco, Negro Cele, con cariño sacrosanto,
te recuerdo, tanto y tango, que pa’mi sos inmortal.
Sos el Taita arrabalero, sos un tigre, rey del fango,
que adornaste de oro el tango con tus versos de arrabal.
Sos la gloria que en la cumbre vives, Negro, perdurable
como el astro inolvidable que tus versos engalanó
hoy la voz eterna y dulce del Morocho formidable
va diciendo por los aires, Cele Flores no murió.
Sos el gotán bien compadre
clima y yeite callejero,
sos el baluarte oriyero
filtrado en un bandoneón,
vibra tu alma sensiblera
timón de los ruiseñores,
sos el tango Negro Flores
que sale del corazón.
Tu marote vichadero empalmó en los tangos reos
al jaileife, al quinielero, al terraja y tiburón.
Evocaste a la madre, al purrete y al malejvo,
a la paica y al burrero, al goruta y al matón.
Hoy el tango está de duelo, gimen fueyes rezongones
se empilcharon con crespones gacho lengue y el percal.
Vos no has muerto, Negro Cele, vivís en los corazones
como vive nuestro mago, el cantor del arrabal.