Allá en el dock ya dormido
en un barco carbonero
un pobretón marinero
ya su esperanza quebró.
Mirando sobre las aguas
que traen el llanto de un niño
va recordando un cariño
que allá en Italia dejó.
Pobre gringo sensiblero
que en un día de verano
zarpó de un puerto italiano
desafiando un porvenir.
Y allá dejó con su alma
a su «dona» y su «ragazo»
que llorando entre sus brazos
no lo dejaban partir.
Pero su suerte fue ingrata
y en vez de ganar de dinero
en un barco carbonero
encarceló su ambición.
Por eso entre copa y copa
reniega de esos rigores
por quien cambió sus amores
¡y al cielo pide perdón!
Unas lágrimas rebeldes
se ven brotar de sus ojos
y en ese amargo sollozo
despedaza su razón.
Piensa en su tierra querida
recuerda a su amor lejano
y al verse de él tan «lontano»
le susurra el corazón.