Tratando de olvidar
el sol que pronto ha de llegar
queriendo refugiar
nuestros perfiles sin temor
anclamos nuestra voz
en esta habitación,
con la complicidad
que dan las sombras del amor.
La madrugada está
prestándonos la libertad
sentimos otra vez
que se quebró la soledad
las horas pasarán
con su fugacidad.
Tratemos de atrapar
la eternidad.
Antes que llegue otro día
a penetrar este refugio del amor
por la penumbra solitaria que nos queda
caminaremos el secreto de los dos.
Antes que llegue otro día
por la neblina que nos presta la ciudad
con las miradas encendidas de silencio
nos perderemos sin decir adiós.
La calle vuelve a ser
la misma calle que fue ayer
estoy en un café
mirando el nuevo amanecer
bosteza la ciudad
borrando la emoción
barriendo la verdad
que fue la noche para mí.
Presiento desde aquí
su frágil talle sin dormir
el resplandor del sol
en el perfil de su ilusión
su mundo de después.
Su lento atardecer.
El ínfimo minuto de su ser.