Yo sé que querés lucirte
con un bacán de nuestra sociedad
la cinturita Luis XV
y tu rostro angelical.
Los vestidos bien al cuerpo
ese descote enloquecedor
y en los brazos de un elegante muñeco
ser la reina del más lujoso salón.
Bailar, pensando en tus pasos.
Bailar, porque lo sentís.
Reír, como si el cansancio
no te hiciera caso
al verte feliz.
Bailar, coreando los tangos.
Vivir así hasta morir.
Reírte de los aplausos
en los mismos brazos
de tu bailarín.
Naciste una muñeca.
Con una voz que encanta cuando hablás,
dueña del arma coqueta
que hiere sin lastimar.
A nadies querés amarle
porque anhelás nomás que figurar.
Como estrella de nuestros mejores bailes
y en la esfera de nuestra gran sociedad.