Le saco orilla a mi vida para arrimarla a tu muerte.
Total la vida es la suerte que se da por el retardo
medio haragán de la muerte y yo estoy ya que me ardo
por gritarte fuerte, fuerte ¡bailate un tango, Ricardo!
(Ricardo Güiraldes baila y el ángel del recuerdo lo acompaña
se manda una medialuna y un intenso puente macho
rubricando Buenos Aires de arrabal con Pampa y Tango).
¡Bailate un tango, Ricardo! Miralo a quien te lo grita
pues no es ninguna pavada, ese muchacho es el bardo,
el de La Crencha Engrasada. De la Púa ahora te invita;
¡bailate un tango, Ricardo!
(Ricardo Güiraldes baila saliéndose de la vida...
al bailar lleva dormida como antaño a las mujeres
a la muerte que murmura perdida en el entresueño,
bailate un tango, Ricardo)