Marean sin beber,
su olorcito azul
te encurdan los recuerdos.
Les gusta rechiflar
al zonzo del reloj
mezclándole los tiempos.
Se calzan con tus pies
y dan un baile triste
valseando entre las cosas
que no existen ya.
Y, luego, atrás de un tul,
preparan para vos
la fiesta de llorar.
Y los recuerdos son así,
lindos o amargos, tanto da,
quien no recuerda lo que amó
¿de qué se acuerda?
Saben cruzar el mar a pie
y de un pañuelo o de un sabor,
en dos por tres, pueden sacar
la vida entera.
Con navajitas de alcanfor
le sacan punta al berretín
de hacerte ver que vos pasás,
y que ellos quedan.
Nuestra ternura es su bulín,
las viejas fotos son su pan
y los recuerdos son así.
Y, guay del día en que no estén
y esperen todos en orsai
pa’ acompañarte a bien morir.
De pronto y, sin querer,
te arrastran al país
de la melancolía.
Y si tratás de huir
o los querés sobrar,
con qué piedad te miran.
Repiten a lo lejos
un momento amado,
te dan su alucinado
catalejo y vos,
mirás y te abrazás
gritando a lo que ves,
y lo que ves ¡no es más!
Y, luego, atrás de un tul,
preparan para vos
la fiesta de llorar.