La noche tiende su manto
y lentamente aparece
la luna que brilla y crece
alegrando el arrabal.
Alumbra el barrio tranquilo
donde está su madrecita,
olvidada en la casita
de la verja y el parral.
Pobrecita...
qué tristeza hay en su vida,
desde aquella despedida
en la que besó tu frente.
Y olvidaste...
que sufría inmensamente,
que lloraba amargamente
desde mucho tiempo atrás.
Hoy los años...
te han dejado acobardado,
y al no verla ya a tu lado
no hacés más que sollozar.