No sé quién te ha dicho que sos elegante
y un caso clavado de héroe de cine,
con esa figura que no se define
y ese bigote que ahora gastás.
Bigote que tiene a tu hermano cabrero,
el guapo más grande que pisó el Pigall,
cuando los varones en un entrevero
se jugaban todos una carta cabal.
Bigotito
si todo el mundo te cacha
al campanearte la hilacha
del “apéndecis” nasal,
¡Che Bigote!
Qué te parece un escote
a dos guitas por cogote
para hacértelo afeitar...
Estás convencido que al verte la pinta
la gente te toma por Americano,
tal vez un magnate de Boston hermano,
tal vez descendiente del Rey del carbón.
Llevás esos leones que caben diez piernas,
el saco cortito, bien ancho de atrás
y en la repartija de miradas tiernas
a John Barrimore lo querés copiar.