(Recitado)
Ya no hay luna que sientas como sol de agonías.
Ya tu sombra palpita en la sombra más vana.
Pero ignora tu prosa la impiedad de los días
y tu verso es memoria que la muerte no apaga.
(Canto)
Ya no marcan el tiempo los relojes de arena
ni trajinan tus pasos por el lento jardín;
no declina la tarde sobre verjas y aljibes
ni perfuman la noche el cedrón y el jazmín.
Sin embargo tu estampa se presiente en Palermo,
tu fantasma pregona que es la vida un azar.
Y se intuye tu alma en leyendas de guapos
con coraje de fiesta por la calle Garay.
Me juran que te han visto en Balvanera
y por la Plaza Francia caminar:
“si hay algo que no existe es el olvido”
-comentan que decías al pasar-.
Igual que las Auroras o el Destino
quedaste a salvo, Borges, del final:
te aguarda inagotable el Universo
del mundo imaginario y del real.
Desde Greco a Piazzolla se te encuentra en los tangos
y en un barrio cualquiera de esta loca Babel;
y en los hombres furtivos que se llaman silbando
y en las últimas casas con la puerta cancel
y en los íntimos patios con higueras y parras
y en la oscura esperanza de zaguanes también
y en la Patria que somos –un latir de guitarras-
y en el rosa gastado de algún viejo almacén.
(Coda)
A mi se me hace cuento que naciste una tarde
te juzgo tan eterno como tu Buenos Aires.
2do. Premio Certamen “Por una Argentina que Cante” organizado por SADAIC, año 2005