Buenos Aires ha vuelto. Otra vez por sus calles
los silbidos nocturnos nos despiertan con Yumba.
Buenos Aires ha vuelto: reconozco los dejos
de Pichuco y Piazzolla cuando tallan los fueyes.
Buenos Aires ha vuelto. Una Luna esmeralda
se cobija en las hojas de sus árboles bellos;
y en sus puentes y plazas —de tan hondos misterios—
con su ronda de amantes escapándole al sueño.
De su exilio de tangos
Buenos Aires ha vuelto.
Buenos Aires parece otra vez Buenos Aires.
Con los pibes cantando nuestra música nuestra;
y diciéndole al mundo que de Sabato a Borges
y de Firpo a Rovira hay un alma porteña.
De un pasado archivado por sus ruidos molestos
que se vino con todo y se fue con lo puesto;
de un pasado con sombras, de un pasado sin vuelo,
de un exilio de tangos Buenos Aires volvió.
Buenos Aires ha vuelto. Se la ve, por ejemplo,
en las nuevas milongas pituconas o reas;
y en los clubes de barrio donde paicas modernas
con un ocho canchero te declaran la guerra.
Buenos Aires ha vuelto. Y la noche prolonga
su reinado canyengue de neón y de bruma;
y de estrellas traviesas que titilan sonriendo
a los lunfas troveros que la atrapan en versos.
De su exilio de tangos
Buenos Aires ha vuelto.
3º premio certamen del programa “Café, Bar, Billares” (2000)