Hoy que tengo unidos mis recuerdos
a todo aquello de la escuela
cuando saltaba a la rayuela
en la mañana primaveral.
Cómo olvidar las dulces horas
del “rango y mida”, la bolita,
y la sonora campanita
de la vuelta al hogar.
En el eterno ambular
de esta vida simple y vana,
yo no siento en la mañana
aquel ansiado talán.
Que en metálico volar
entraba por la ventana,
¡campana, linda campana,
si te volviera a escuchar!...
Hoy voy en pos de otros ideales,
todo mi yo por ser se afana,
y he de seguir la caravana
tras la miseria de una ambición.
¡Oh! Quién volviera a la grandeza
del “rango y mida”, la rayuela.
Y la campana de la escuela
que está en mi corazón.