A esa tristeza que quita el aliento
que aplasta los techos,
que teje el hastío.
A esa tristeza de escarcha y de viento
que viene del hueso más hondo y sombrío...
A esa tristeza que trepa los muros
que llega sin prisa,
que a veces no avisa,
que asoma su gesto arrugado y oscuro
no quiero nombrarla en esta canción....
Esta canción no tiene dueño, dios, ni templo,
ni quiere ser un buen ejemplo de canción.
Esta canción no anda llorando todo el tiempo
ni va a mostrarte como sangra un corazón...
Esta canción ya sepultó a todos sus muertos.
A esta canción ya no le cabe otro dolor...
Esta canción no es un profeta en el desierto:
¡Esta canción sale a gritar su rebelión!
A esa tristeza que da el pesimismo,
que agita fantasmas,
que te hace cobarde,
a esa tristeza que empuja al abismo,
que suele llegar un domingo a la tarde...
A esa tristeza de barcos anclados
que achica el espacio,
que mata despacio,
a esa tristeza que llora el pasado
no quiero nombrarla en esta canción...
Esta canción no va a morirse de tristeza
ni aunque se vengan degollando en malón.
Esta canción te va a poner de la cabeza
para enterrar a tu tristeza en un cajón...
Esta canción igual que el barro se subleva
contra esa pálida suicida del bajón.
Esta canción quiere arrancarte de la cueva:
¡Para que salgas a gritar tu rebelión!