Era una mina puta de endeveras
que yiraba debute a todo tren,
y bajaba las penas marineras
hasta la palangana en Leandro Alen.
Con el permanganato en la cartera
y un fiolo digno de cuidar su andén,
se mandaba sus chapas sensibleras,
pues lo que usaba mal lo hacía bien.
Gastándose la vida en la bragueta,
¡me cache en dié!, ¿qué falta hace la yeta
pa' perder la esperanza de vivir?
Y entonces una noche dijo: ¡Pianto!
Y sin batir ni mú, parca de llanto,
colgó la cachufleta y a dormir.