Mi barrio está de fiesta con su mejor sonrisa
y una ternura extraña me invade el corazón.
Parece que las horas corriesen más deprisa
y que del mismo barro brotase una canción.
La murga de purretes, desafinando un tango,
machuca los oídos con destemplada voz...
Gorriones de mi barrio que vuelcan en el fango,
puñados de alegría que les regala Dios.
Carnaval de mi barrio
donde todo es amor,
cascabeles de risas
matizando el dolor...,
Carnaval de mi barrio,
pedacito de sol,
con nostalgias de luna
y canción de farol.
La que volvió sin honra se disfrazó de apache
y el barrio en cada puerta comenta sin cesar,
su traje descarado, sus ojos azabache,
y su poca vergüenza que no sabe ocultar...
El tano verdulero, tirado en la vereda,
mastica su cachimbo, cansado de yugar;
y en su sonrisa amarga una nostalgia enreda;
también, allá en Italia, vivió su carnaval.