La noche que mi llanto te siga en tu destino,
la noche que en tu vida no encuentres el amor,
oirás rugir el viento, silbando en tu camino,
llevando entre su furia, mi alma y mi rencor.
La noche que la pena te impulse en el vacío
y sientas que la angustia te oprime el corazón,
te acordarás, entonces, de este cariño mío,
que gime entre las sombras de la desolación.
Ya vendrá el castigo,
por el mal que has hecho,
cuando los recuerdos
surjan en tu pecho,
lastimándote.
De tu mismo olvido,
de tu amor cobarde
brotará la pena,
pero será tarde,
yo ya no estaré.
Y sé que alguna noche me han de buscar tus ojos,
rondando en las tinieblas, llorando sin perdón.
Será la noche amarga que has de rogar de hinojos
a Dios que te devuelva, de nuevo el corazón.
Y cuando tus pupilas se quemen con el llanto,
en los cristales rotos de todo tu dolor,
te acordarás de aquella que te ha querido tanto
y que ha quedado sola, sin luz y sin amor.