Cuando pasó
muy cerquita de mí
me cautivó
su boca carmesí;
y al resplandor
de su suave mirar,
un puro amor
yo sentí despertar.
Porque al sentir
esa ardiente emoción,
mi corazón aumentó su latir,
y me quedé
como un lirio sin flor
lo que se fue
tras de su alma, mi amor.
Chilena que a mi vida
penando la has dejado,
porque a otro has mirado
de amor enternecida.
No me quites la calma
con un gran desencanto
porque, entonces, de llanto
se moriría mi alma.
¡Vení mi chilenita
al rancho de totora
verás como te adora
mi tierno corazón!
En el calor
de mi rancho tendrás
un corazón
que te sepa adorar.
Y has de sentir
a mi lado el placer
que da el vivir
al que sabe querer,
si tu pasión
me llegara a faltar
iba a quedar
como un sauce llorón.
Porque sin ti,
chilenita, mi ser
de padecer
sé que se ha de morir.