Creer
en cada paso,
a cada sed de cada día.
Creer, no solo es pan de la poesía,
es comprender y estar de vuelta de esperar
que vengan a ofrecer
la libertad, que es un derecho eterno,
es como el sí, a cada nuevo intento
de sacudir temores de sentir que duelen de raíz...
Es redimir, es aceptar cambiarse de lugar....
Creer
es como un grito del amor
que se aventura sin temor
como la noche hacia la luz...
Es la fuerza de noquear cada fracaso,
es el coraje de insistir.
Creer, no es resignar ni conceder la fe,
es como alzar las ganas que se animan a querer...
Creer
en cada paso,
a cada fe, no es inocencia.
Creer, no es soportar ni estar de olvido,
aún sin alcohol, ausente y gris tras lo que fue
con miedo de seguir.
Es ser feliz, por un derecho eterno
de ser así, como ave de un invierno,
al desafiar, el riesgo de volar al próximo pinar...
Aún sin partir, de este lugar que espera un más acá...
Creer
no es un romántico fulgor,
es casi amigo del dolor
y lo trasciende hasta sin Dios...
Es la magia de crear cada mañana,
es resistir hasta confiar.
Creer, no es resignar ni conceder la fe,
es como alzar la rosa que perfuma hasta morir...
Y volver a vivir.