Cuando era chiquitito
jugaba al soldadito,
tará, tará, tarí,
tarí, tarí, tarira.
Tenía un sable dorado
y un kepis colorado
tara, tara, tara,
rataptán, plan, plan.
Qué lindo aquel tiempo
feliz de la vida.
La dulce inocencia
que nunca se olvida.
Volver a ser niño
tan sólo un minuto,
y así repetir:
¡Tará, tará, tarí!...
Hoy, que lejos del hogar, en el cuartel,
el jueguito aquel es hizo realidad,
sólo pienso en la viejita que dejé
y ansiosa me ha de esperar.
Me parece verla allá en mi pueblito,
sonriente y dichosa al verme llegar,
y al darme un abrazo de amor infinito
dos lágrimas puras no puede ocultar...
Pobre vieja, se figura ver en mí
siempre aquel travieso chiquilín...