¡Flor de ilusión! Mujer hecha de fuego;
yo te soñé divina como eres,
y entre el amor febril de todas las mujeres,
tú eres mi Dios y en mi querer te alzo mi ruego;
sin ti la vida ya no tiene encanto...
Dame el Edén de tu cariño ardiente,
que cual te adoro nadie adora tanto,
¡rayito de oro, luz de mi pasión!
¡Nena!
Cuando tú me quieras, nena,
cesará la triste pena
que me llena de dolor...
¡Cielo!
Cuando tú me quieras, cielo,
yo te daré con anhelo
la grandeza de mi amor.
Un nido ideal de flores coronado
le brindaré gentil a tus amores;
y al dulce arrullo de tu fiel enamorado
tú vivirás feliz, sin penas ni dolores.
Y en el delirio de mi fiebre loca
yo quiero unir mi fe con tu hermosura
fundir después tu boca con mi boca.
¡Rayito de oro, luz de mi pasión!