Son ya cuarenta, mi viejo amigo,
los que ahora cumplo, ¡cuarenta ya!,
y una tras otras las ilusiones
fueron huyendo, sin retornar...
Nieva en el alma y en el cabello
sólo cenizas donde hubo amor,
flores ya mustias las esperanzas,
hielo y hastío en el corazón...
Ahora que somos triunfadores en la vida,
¿nuestras riquezas para qué nos servirán,
si ya perdimos el tesoro de las ilusiones?
¡Quien fuera joven y pudiese comenzar!...
Cuántos amigos y pasiones traicioneras
en nuestras almas han clavado su puñal,
de ingratitudes y profundos desengaños...
¡Sólo ha vivido siempre fiel nuestra amistad!...
¡Qué gran tesoro
la juventud!...
Edad sin penas,
edad de amor,
edad de risas
y de ilusión,
¡edad de ensueños
rosa y azul!...
Mas no lloremos como dos niños,
bebamos mucho, ¡quiero reír!,
soñar contigo que somos mozos,
que cumpla veinte... ¡que soy feliz!
Por las milongas y cafetines,
entre locuras y bacanal,
toda la noche nos pasaremos,
igual que antaño... ¡divina edad!...