Creció de golpe, lo empujó la guerra,
en Galicia cada surco se hizo herida,
al poco tiempo se metió en un barco
y cruzando el charco comenzó otra vida.
Se armó una historia, se hizo un lugarcito
con morriñas que regaban sus sentidos,
supo del mate, de la buena siembra,
y de alguna hembra para hacerle un nido.
Y anduvo como un árbol, siendo tierra,
y al lado de otro río, fue raíz.
Gallego bueno,
con la piel gastada y el abrazo a pleno,
con mirada de los puertos que no están,
sueño americano, corazón republicano,
caminando por los barrios de una nueva ciudad.
Si el cuerpo afloja,
si la voz le tiembla por algún recuerdo
y el andar se le desvía del carril,
vuelve a los olores de la aldea y de sus flores
recordando las canciones de la guerra civil.
Pasaron años de laburo y sueños
compartiendo convicciones y ternuras,
ya estaba grande cuando en un mal paso
lo alcanzó el zarpazo de otra dictadura.
Tuvo dos patrias, más de cien proyectos
y una cuenta a resolver con la distancia,
volvió en sus hijos a buscar la tierra
que una vieja guerra le arañó en la infancia.
Y anduvo como nube entre dos cielos
borrando las fronteras en el mar.
Gallego bueno,
con la piel gastada y el abrazo a pleno,
con mirada de los puertos que no están,
sueño americano, corazón republicano,
caminando por los barrios de una nueva ciudad.
Si el cuerpo afloja,
si la voz le tiembla por algún recuerdo
y el andar se le desvía del carril,
vuelve a los olores de la aldea y de sus flores
recordando las canciones de la guerra civil.