Mirando el Buenos Aires de otro tiempo que pasó,
no digo que otro tiempo fue mejor
magnolias y malvones van llevando al corazón
al viejo patio de la infancia y mi canción...
Un tango remolina en las baldosas
gastadas, de un otoño ya sin flor,
pero esas mismas flores amanecen
al sol del pentagrama de mi voz.
En la neblina inquieta del Riachuelo
que espera algún recuerdo que abrazó,
la música desgrana como un rezo
las cuentas de un rosario ya sin Dios.
Pero esas mismas cuentas cuentan cosas,
arenas que la vida se llevó,
que vuelven del olvido
al tango siempre vivo,
mostrando que otro tiempo es hoy.
Mirando el Buenos Aires de la próxima estación
presumo que al cambiar será mejor.
Confieso sin embargo, que me asombra más que ayer
mi barrio en celo dando rienda a la razón.
Un tango gambetea en la esperanza
por calles empedradas de ilusión.
Son esas mismas calles que hoy remozan
al sol del pentagrama de tu voz.
En las heridas hondas de mi gente
no caben más promesas por decir
saliendo a improvisar por las esquinas
los ritmos de otros tiempos por venir.
Pero esos mismos ritmos cuentan cosas:
capullos de conciencia casi en flor
que vuelven sin olvido
al tango siempre vivo,
batiendo que ese tiempo es hoy.