(Recitado)
En un vecino balcón
observaba un presidiario
la jaula que por prisión
le habían dado a un canario
y que siempre una mujer
a la jaula se acercaba
y, dándole de comer,
al canario acariciaba.
Entonces el presidiario
queriendo su pena ahogar
dirigiéndose al canario
así se puso a cantar:
Prisión agradable
la tuya es, canario,
porque viene a verte
la que te encerró,
y es prisión amarga
la del presidiario
que a un hombre ha matado
y está abandonado
por quién lo perdió.
Es tu jaula dorada mi prisión negra;
a ti te mataría la libertad,
a mí de no ser libre me ahoga la pena
y, más que no ser libre, la soledad.
Tú, aunque puedes hacerlo, volar no quieres
pues sabes que el espacio te iba a cansar;
yo, que tengo la fuerza que tú no tienes,
necesito tus alas para volar...