Le dí la cara a la vida
y me la dejó marcada.
En cada arruga que tengo
llevo una pena guardada.
Yo me jugué a cara o cruz,
iba todo en la parada.
Llegó el tiempo, barajó
y me dejó arrinconada.
Si sos audaz te va mal.
Si te parás se te viene el mundo encima.
¿Decime Dios, donde estás?,
que te quiero conversar.
Si para unos fui buena,
otros me quieren colgar.
Mientras me estoy desangrando,
vivo sentada esperando
el día del juicio final.
¿Decime, Dios, donde estás?,
que me quiero arrodillar.