Dejámelo pensar…
dos palabras con suspiro matinal.
A la vera de un café sentimental,
mi sueño despertó, sin avisar.
Tu bata y el reloj,
un incienso desvanece de ansiedad.
La propuesta es detener mi soledad
y yo, con mi emoción, sin aceptar.
Si tanto lo esperaba de tu boca,
si al filo del silencio me dormía,
y vos con tu perfume te perdías
dejándome colgada en un rincón.
Si en esta habitación me prometiste
mil veces «Una vez me he de quedar»,
resulta que te asombra la respuesta:
Dejámelo pensar.
La vida hizo de mí
solitaria que levanta un murallón
con razones que protejan su ilusión.
El miedo construyó, para evitar.
Tu abrazo derrumbó
mis paredes con los vientos del amor,
y hoy mi alma está indefensa ante el dolor
que no quiero sufrir al despertar.