Al irte llevaste mis sueños contigo
también te llevaste contigo su luz,
latía en mi carne las ansias de amarte
con el ciego impulso de la juventud.
Cubriste la falta de aquel abandono
con un argumento absurdo y fatal,
mi piel te pedía la vana mentira
de amarme tan sólo un poquito más.
Te fuiste de mí
en el ocaso de una tarde.
Lloré por ti
la sinrazón cobarde.
Te busco aún
en el enjambre de las calles
y en otros labios al besarme
vuelvo a encontrarte... besándome.
Te ruego que guardes las cartas de entonces
palabras que un día dictó mi emoción,
aquellas que muestran mi alma desnuda
en tímido vuelo a tu corazón.
Me llega el murmullo de tu voz lejana
palpita tu ausencia en mi soledad,
un viento de muerte trae tu abandono
me roza y me dice que nunca vendrás.