Muñeca ven y cuéntame por qué
lloras sin cesar en un rincón.
Parece que a tu corazón
algún dolor quieres arrancarle.
Ya no sales al balcón
en las tardes cuando el sol
apagabas en su luz,
ni hablás a las flores
con el canto de tu voz.
Tus lágrimas son gotas de dolor que van
borrando la sonrisa de tu dulce paz.
Yo sé que fue el arrullo de una voz,
mas luego te mintió.
Ya ves... ingenua si comprendo tu dolor.
No dejes que la decepción
retarde los latidos de tu corazón.
Y vuelve, como antes, a reir,
olvida tu sufrir...
que ronda un nuevo amor en pos de ti.
Sin ilusión,
jamás podrás vivir.
Deja de llorar, por ese amor.
Divina estás en tu dolor,
otro querer quiere consolarte.
Tan dichosa como ayer
volverás a tu balcón.
Más divina, mucho más,
de nuevo la risa
en tu rostro brillará.