Yunta brava en el asfalto donde talla el bacanaje.
Figulinas pretensiosas con melenas de champán,
¡Qué dirían si las vieran los del turbio sabalaje
al junarlas dibujando las cadencias de un gotán!...
Siempre amigas, van corriendo las verbenas de los días.
Son dos cuerpos que andan juntos con un mismo corazón.
Marquesitas suburbanas portadoras de alegría,
cascabeles bullangueros del ruidoso cotillón.
Dos en uno... ¡Yo las juno!
Es el nombre que la barra
en los momentos de farra
así les sabe llamar.
Yunta brava... ¡Che garabas!
Que vuelven otario al pillo...
¡También, con todo ese brillo,
quién no se va a encandilar!
Hacen bien de divertirse y tirar por la ventana
ese cacho de la vida que se llama: “juventud”.
Si este mundo, al fin de cuentas, nos resulta una macana
porque siempre van del brazo la impudicia y la virtud...
Ese marco tan diquero que les da tanta parada
es el lustre distinguido necesario pa’ triunfar...
¡No han junado un par de timbos, al fajarle una lustrada,
como cambian su pobreza y se ponen a brillar!