¿Adónde vas?
Sentate un rato —me dijiste—.
¡No ves que está de invierno la ciudad!
Y en una suelta de palomas
me convidaste amanecer en otro bar.
Pero el amor
como lo breve de una rosa
se apaga tan de pronto, y al final
uno se queda en el silencio,
en el silencio de esta historia que se va…
Era tu amor, gota de sol,
era el silbo de los dos,
era el beso sin un precio,
eras todo, tal vez mi corazón.
Y hoy que no,
que ya no vuelven más
tus oleajes en mi piel,
me revuelco de ansiedad
¡errándole a la vida
dos metros más allá!
Después los dos
con un montón de luces nuevas
quisimos inventarnos otra vez
y en un intento a todo o nada
equivocamos los caminos de la piel.
Y en un final
como apretando una tristeza
debimos resignar lo que una vez
era el amor con sus banderas
y hoy es apenas un bosquejo en un papel.
(Coda)
¿Adónde vas?
Sentate un rato —me dijiste—
¡Pero no ves que estoy dos metros más allá!