Es el día una mueca de sombras
con un sol que encandila en dolor.
Un silencio palpita las horas,
un jazmín sin perfume quedó.
Es la tarde un gemido que ahoga
y reclama tu canto de luz.
Es la misma pregunta que invade
y no encuentra respuesta en la cruz.
Recuerdo es tu sonrisa tan dulzona,
la tierna melodía de tu voz;
tus ojos soñadores y brillantes
también nos regalaban la canción.
Un tango siempre a mano de tu boca,
contaba sus historias de ilusión
por eso en la memoria, Buenos Aires,
te guarda entre sus ángeles, León.
Entre tanta tristeza, me dibujo sonrisas
pues sospecho me quieres feliz.
La amistad fue tu tibia guarida,
la esperanza tu lucha hasta el fin.
Pero nunca es el fin de las flores
que regresan con cada canción
te traerá cada fiel primavera
la memoria de mi corazón.
A la memoria de Silvana León