Brillaban tus negros ojos
detrás de un rojo antifaz,
y acercando tu boca grana
me invitabas a besar…
Con mis brazos, dulcemente,
tu cuerpo ceñí sensual,
y tus besos y los míos
nos hicieron delirar…
Rasgando tu rojo antifaz,
te vi tan linda que conmigo te llevé,
y la aventura de aquel loco Carnaval
se convirtió en amor, bien lo sabés…
Duró muy poco la ilusión
de haber logrado la fortuna de un querer,
pues tu cariño fue lo mismo que oropel,
y me pagaste, al fin, con la traición.
Hoy sos muñeca de lujo,
vestida de seda vas;
pero… ¿dónde se fue tu risa
y aquel sol de tu mirar?...
Esmeralda, tres dos siete,
ayer yo te vi comprar,
la victrola con que intentas
¡tu tristeza mitigar!...