Se pasa las horas por el vecindario
con su risa dulce y su candidez.
Los pibes imitan su andar de payaso
y sigue sus pasos un ángel también.
Pobre Pascualito, se cuenta en el barrio
que un día la parca lo quiso llevar
y por rebelarse a ir al osario
con su mente virgen se quedó Pascual.
Desde entonces pregona que Dios está llegando,
que estamos olvidando la única Verdad.
Que nos inunda el alma un río de mentiras
y él nos ofrece un arca que nos podrá salvar.
¡Déjanos Pascualisto!, que no tenemos cura,
Subite vos al arca, haceme caso a mí...
Pero volvé mañana porque necesitamos
saber que te encontramos para poder seguir.
No sabe de cuentas ni sabe sus años.
Le brillan los ojos si puede ayudar.
Ignora las burlas, enojos y daños
y se torna huraño si te ve llorar.
Pide que no hablemos de tiempos pasados.
Su historia es un día que no tiene ayer.
Y aunque no me creas, podría jurarlo,
a veces lo envidio, quisiera ser él.