Una “yeta” feroz
me alejaba de Dios.
Golpes fieros de la vida
me tiraron a un rincón.
Ya de tan acabao
era un burro empacao;
la cabeza caída
sobre el corazón.
A la vida, sin fe,
mi rencor le mostré;
y la vida, gran maestro,
perdonando me enseñó…
Para tanto dolor
me guardaba un amor;
¡un amor!... Viento loco
que me empujó.
Ahora tengo un gran querer
un fracasao no puedo ser.
Formé un hogar y tengo un pibe;
linda racha me persigue,
no me dejo más vencer.
Mi corazón siente otra voz…
¡No estoy tan lejos ya de Dios!
Si la mascota fuese el pibe,
yo no sé… pero él sonríe
y me llena de valor.
Del triste pasao
me siento escapao.
Si el destino quiere
caeré,
pero nunca entregao.
Infeliz de aquel
que atorao de hiel,
no la empuja
pa’ que arranque
un cariño fiel.