La moza más linda del barrio orillero
con fama sentada de alegre y coqueta,
que fue la querida de aquel guitarrero
matón y biabista, cantor y poeta.
Tristemente evoca el recuerdo querido
de amores que fueron y triunfos fugaces,
es que ella no ignora que tuvo un "marido"
que fue entre los guapos el as de los ases.
El as, porque nunca en acción apurada
los taitas lo vieron ponerse amarillo;
se dio todo entero y su ágil visteada
remató en la marca de su fiel cuchillo.
¡Y cuando cantaba!, más bien parecía
su canto una airada protesta de pena
a la novia mala que no lo quería,
a la madrecita viejecita y buena.
Al Destino ingrato que no tuvo halago
para su existencia ruin, atrabiliaria...
¡Tradicionalmente se creyó un rezago
de gaucho bandido, perseguido y paria!
Por eso en las noches templadas de luna
pulsó su guitarra bajo el emparrado,
en una milonga deshojó una a una
las rosas marchitas del gaucho pasado.
Por eso la viola ya no es en la pieza
nada más que un mueble de adorno lujoso;
su dueño, una noche en gaucha proeza,
cayó bajo el plomo mortal de un bufoso.
Por eso la moza del barrio orillero,
bonita y con fama de alegre y coqueta,
recuerda a su guapo: aquel guitarrero
matón y biabista, cantor y poeta...