En las casitas de lata
de la calle de Pinzón
apareció tu figura
de guapo y de compadrón.
A la gente espantabas
con tu mirada tan fiera
y ahora, ¡quién diría!...
¡ni la fachada te quedan!
¡Pobre taita!...
Cómo ha sido
que tu fama ya has perdido.
¡Guapo flojo!...
Te doblaste de rodillas
y le pediste perdón
cuando el zurdo
te sacudió un buen tortazo
y enseguida fuiste al mazo...
¡Hoy te tienen compasión!
El fantasma de La Boca
la gente te llamó
cuando vos solo roncabas
en el baile o la reunión...
A las pibas conquistabas
con tu labia altanera,
y ahora, ¡quién diría!
¡ni la fachada te queda!