«Cuando suena la campana te sacan hasta el banquito»
Ringo Bonavena
Tenía la esperanza tendida de un zurdazo
y un pedazo de angustia saltando en la sartén.
Un tiempo desgarrado a fuerza de zarpazos,
linimento y derrota manchándole la piel.
Un bulo miserable, también aquel retrato,
recuerdo en cuatro chinches de cuando era un rey.
Corrientes le citaba fantasmas en el bajo,
la noche le noqueaba las ganas de volver.
Los que tanto aplaudieron, los que tanto gritaron,
borracho de silencio lo dejaron de a pie.
Las gradas clamorosas muy pronto lo olvidaron.
¡Pobre Mono Gatica! No hubo nada que hacer…
Muñequito caído, muñequito tirado,
vendiendo chucherías, ya sin pizca de fe;
quedaba su destino tirado en el asfalto.
¡Pobre Mono Gatica! No hubo nada que hacer…
La suerte lo finteaba en medio del cuadrado.
Él vestía lustroso pantalón de satén.
El Luna deliraba gozoso de entusiasmo
mientras rudo porfiaba corajeando “sin red”.
Un día igual a muchos, un día de los tantos,
el día que Dios quiso contarle hasta diez,
sonaron la campana, le sacaron el banco…
y pudo al fin morirse muy a solas con él.