Salió aquella tarde, como salen pocos,
el pibe que un día se fue del hogar,
aquel que en el barrio llamaban "pecoso"
aquel, el más malo, volvía formal.
Traía en el alma deseos tan grandes
de ver a la madre que tanto sufrió,
mientras que sus manos golpeaban la puerta,
de aquella casita que un día dejó.
Destino del hombre, parece mentira,
es ley de la vida la mano de Dios.
Todas sus hazañas frenaron un día,
las rejas tan frías de aquella prisión.
Y hoy viene a brindarle a su madrecita
las dulces caricias que ayer le negó.
Salió una vecina y al ver a ese mozo
atenta le dijo: ¿Qué busca señor?
¿Usted no recuerda? Yo soy el "pecoso",
aquel que en el barrio tanto molestó.
Bajó la cabeza la buena vecina,
un llanto en los ojos no la dejó hablar,
entendió el "pecoso" la muda respuesta,
besando un retrato se puso a llorar...