Cuando las circunstancias
me acercan, de improviso,
a una cesta de pan
y al gratísimo olor
que el pan exhala,
como un abrigo
me cubre ese perfume,
Me serena,
me calma,
impregna el aire del contorno
y me desborda el alma de nostalgias.
El perfume del pan,
como hace mucho tiempo,
como en los dulces días de la infancia,
alguna vez,
imaginariamente,
vuelve a sentarme a la mesa de mis viejos
y me oprime un instante la garganta...
El perfume del pan,
que no se lleva el viento nunca,
que se queda en la casa
mientras haya un pedazo
del pan de la mañana...
El perfume del pan... y el pan,
ese pájaro quieto
que lo imagino pájaro
aunque no tenga alas...
El perfume del pan,
un patio... mis dos viejos
y la niñez lejana,
ahora en mi recuerdo.