Que vengan los hombres de audacia y estampa
que vengan y digan si tuve razón
de andar como el tigre campeando a ese pampa
que al fin coloreando lo alcé en mi facón.
Yo tuve una prenda que a raya adoraba,
mas vino ese tape con ella se alzó
y al ver que en mi rancho ni un perro ladraba,
mi flete ‘e carrera también se llevó.
Hijo voraz del desierto
que al fin tu cuenta saldaste
y que a lo pampa ojalaste
de un tacuarazo mi piel.
Hay va ese poncho ‘e vicuña
pa’ que tu cuerpo amortaje
y así el carancho no raje
de tus entrañas la hiel.
Fue allá cerca’el toldo crucial del salvaje
que un grito en la noche me dio en sospechar;
trabando el caballo templé mi coraje
y a punta’e rodilla me pude arrimar.
Ni bien el maldito me vio’e cuerpo entero
ganó a salto el campo, la lanza enristró
y allí, mano a mano, chispeando el acero
la suerte’e las armas a mí me alumbró.