El dolor oscurece mi
ventana,
la pasión cabecea en el
balcón,
el ayer vuelve a ser cada
mañana
dulce beso atesorado en la
esquina de un cajón.
Otra vez ése río entre las
venas,
esa sed que me quiere
emborrachar.
Es amor, bien lo sé, no se
puede negar
y tampoco se puede olvidar.
El tiempo quiso borrar
mi paraíso,
pintó un paisaje con
tinta soledad.
Lo que no pudo con su
jugar tan rudo
fue desatar el nudo de
tanta falsedad.
Tras la hojarasca que
cubre mi sonrisa,
tras la espesura del
miedo a la verdad
va la esperanza con su
pincel por lanza
que busca sin descanso
hallar felicidad.
Si alguna vez soporté que
me engañaras
prometí no sufrirlo nunca
más.
Me juré si algún día
regresaras
recordar tanta locura, no
bailar a tu compás.
Pero hoy tu regreso me conmueve,
preguntás si te puedo
perdonar...
Dice el alma que sí, la
vergüenza que no
y en el medio una lágrima
y yo.