Nunca más
han de volver las galanas alondras,
con sus canciones de amor a encantar mi jardín
y a disipar de mi mente las sombras...
Fue fugaz
aquella hora de paz y ventura;
todas tus frases dejaron intensa amargura;
tus labios jamás pronunciaron verdad.
Y en el violín del recuerdo,
llora, en sordina, el dolor...
Sueño de gloria que ayer
tuve al ser dueño de tu amor
lo apuñalaste sin compasión
en la alevosa emboscada de tu traición...
Pero el azar castigó
tu falsedad... tu ingratitud...
Echó por tierra tus ambiciones;
perdiste todo... ¡Hasta la juventud!...
Y hoy que tú
habrás tal vez olvidado la historia,
aquel momento de dulce mentiras de amor
vuelve a brillar en mi triste memoria...
Mi perdón
es como un último acorde que suena,
que en la sonata doliente mi mano serena
le arranca al cordaje de mi corazón...