Me has herido
y la sangre de esa herida
goteará sobre tu vida, sin cesar.
Algún día
sentirás en carne propia
la crueldad con que hoy me azota
tu impiedad...
Y es posible que la mano que te hiera,
vengadora o justiciera, por tu mal
te devuelva
golpe a golpe el sufrimiento,
cuando estés en el momento
en que el golpe duele más.
En carne propia
sentirás la angustia sorda
de saber que aquél que amaste más,
es quien te hiere...
Será inútil
que supliques por la gracia del perdón.
Será en vano
que pretendas esquivarte del dolor.
Porque algún día,
con la misma ruin moneda,
con que pagan los que pagan mal,
te pagarán.
De rodillas
te hincarás rogando al cielo,
cuando sientas todo el peso del dolor.
Tu amargura
Será enorme y sin remedio,
cuando pagues con el precio de tu horror...
De rodillas llorarás en la agonía
de tu noche enloquecida, sin perdón...
Y en la angustia
de tu cruel remordimiento,
pasarás por el infierno
que por ti he pasado yo.