Entrá nomás ya que has vuelto,
no tengas miedo a la biaba;
si yo tranquilo esperaba
que volvieras otra vez.
Y aunque tuviste el coraje
de abandonar nuestro hijito,
entrá, que está el pobrecito
deseando que lo besés.
Cuántas veces, inocente,
por su mamá preguntaba...
Yo con dolor lo engañaba
para no verlo llorar,
diciendo que te habías ido
a comprarle unos juguetes
pa' dar bronca a los purretes
cuando lo vieran jugar.
Y aquel mal amigo
con quien te fugaste,
por quien me dejaste,
pa' ir a rodar,
te ha dado la prueba
de su cobardía,
dejándote un día
sin nombre ni hogar.
Entrá nomás... No te achiques...
Si ya estoy casi vengado,
pues en tu mismo pecado
la penitencia llevás...
Pero, de hoy en adelante,
si en mi techo te cobijo,
serás la madre de mi hijo
pero mi mujer... ¡jamás!