No quiero ser ese robot
sin alma que inventaron.
Capaz de andar sin corazón
por este mundo desolado.
Con la tristeza de un reloj
que marca el tiempo sin color,
las horas mustias de la nada.
No quiero ser ese robot
que va a la muerte sin pelear
contra esta vida siempre igual.
La vida
esa aventura de crecer
sumando el debe y el haber,
la maravilla de ser hombre.
Con su ternura y su dolor,
con su muchacha y su canción,
con sus amigos en la esquina.
La vida
esa que Dios nos regaló
para que fuéramos amor,
la mano abierta y extendida.
La vida
esa que habrá que rescatar
de tanto luto y soledad...
La Vida...
No quiero ser ese robot
sin niño y sin poesía,
el que aceptó la sinrazón
de una prisión, por cobardía.
Indiferente ante una flor
esclavo ciego que cambió
sus sueños locos por rutina.
No quiero ser ese robot
que va al olvido sin saber
que hay una luz a recorrer.