La calle me pintó de miel y de alquitrán
con lágrimas en gris y un vuelo con piedad.
Me hizo un corazón y arterias de metal
para poder bancar la voz de la ciudad.
La calle me inventó la fe para aguantar
el frío de su luz, el tajo de su edad.
La lluvia me mostró el puño de su sal,
la esquina de dolor, el tiempo de olvidar.
Y fui un fantasma fiel nadando en soledad,
mojándome la piel vendiendo dignidad.
La gente me hizo mal, me dio a cargar la cruz
y viéndome llorar oscureció mi luz.
La calle mi hizo así, un grito en Do menor.
Y con su sangre gris mi vida endureció.
Los años y la fe marchitos de esperar
se fueron y yo se que ya no volverán.
Soy un fantasma fiel nadando en soledad,
mojándome la piel, vendiendo dignidad.
La gente me hizo mal, me dio a cargar su cruz
y viéndome llorar oscureció mi luz.